El Experimento de las Ventanas Rotas: Lecciones para el Cumplimiento Normativo

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Hace más de medio siglo, el psicólogo social Philip Zimbardo realizó un experimento que arrojó luz sobre un fenómeno social intrigante: la «Teoría de las Ventanas Rotas». Aunque este experimento involucraba vehículos y ventanas rotas, sus implicaciones tienen un profundo significado y nos proporciona muchas lecciones sobre el cumplimiento normativo.

En 1969, Philip Zimbardo, psicólogo social de la Universidad de Stanford, llevó a cabo un experimento realmente interesante que se convirtió posteriormente en la denominada “Teoría de las ventanas rotas”.

Concretamente, el experimento consistió en abandonar un vehículo en un barrio de alta criminalidad en el Bronx, Nueva York. Sin matrículas y con las puertas abiertas, el vehículo se convirtió rápidamente en un objetivo para el vandalismo y el deterioro. En solo diez minutos, comenzó a ser desvalijado y, tras unos pocos días, quedó totalmente destrozado.

Sin embargo, Zimbardo llevó a cabo un segundo experimento en condiciones similares, pero esta vez en un barrio de clase alta y libre de conflictos en Palo Alto, California. Durante una semana, el vehículo permaneció intacto. Pero entonces, Zimbardo dio un golpe con un martillo, rompiendo una de sus ventanas. A partir de ese momento, el coche mostró signos de abandono y deterioro, y los ciudadanos del barrio actuaron de la misma manera que los del Bronx, desvalijando y destrozando el vehículo en pocas horas.

¿Qué podemos aprender de esto? La lección fundamental es que la presencia de una «ventana rota» envía un mensaje: nadie cuida de ello y está abandonado. Este principio se aplica de manera sorprendente al cumplimiento normativo. Incluso las infracciones menores y aparentemente insignificantes deben abordarse de manera oportuna y eficaz. Si se permite que los incumplimientos pasen desapercibidos o sin consecuencias, se crea un ambiente propicio para comportamientos más graves y un debilitamiento general de la cultura de cumplimiento.

El cumplimiento normativo no debe ser solo una obligación, sino una oportunidad para destacarnos como profesionales y como equipo. Cada acción cuenta: desde el cumplimiento de los procedimientos internos hasta la comunicación transparente de cualquier irregularidad que detectemos.

Para evitar que las ventanas rotas se propaguen, las empresas deben contar con un programa de Compliance sólido que incluya, entre otros, los siguientes elementos:

− Un código de conducta claro y conciso que establezca las expectativas de la empresa en materia de cumplimiento normativo.
− Un canal o buzón de denuncias mediante el que cualquier empleado, cliente o proveedor pueda comunicar las posibles conductas contrarias a la buena práctica empresarial.
− Un proceso de investigación y resolución de incumplimientos que sea imparcial y eficaz.
− Una cultura de cumplimiento que fomente el comportamiento ético y responsable entre los miembros de una organización.